El jefe de delitos tecnológicos de la Policía en Las Palmas alerta de los riesgos de Internet en su conferencia en las jornadas CLAVE-A.
“La seguridad en la Red, como en la calle, es inexistente”, expuso César Fernández Alonso.
“Sonrisas y lágrimas en redes sociales”. Este fue el atractivo título de la ponencia expuesta por el inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía y jefe del grupo de delitos tecnológicos de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Las Palmas, César Fernández Alonso, en la jornada del viernes en las jornadas de formación CLAVE-A.
“A día de hoy, los menores sufren riesgos por la influencia que tiene la Red sobre ellos”, indicó el veterano policía al justificar el título de su conferencia. “Los menores esbozan una sonrisa cuando tienen acceso a sus primeras redes sociales, pero se puede tornar en lágrimas si no se vigila el proceso, especialmente por la influencia que tiene la Red sobre ellos”, indicó.
“Las redes sociales crean adicción en los menores y los adultos. Éstos últimos corremos el riesgo de engacharnos, ya sea por soledad, por el deseo de comunicarnos con nuestros seres más allegados. El problema de los menores es que esa adicción no la pueden frenar y va a más”, expuso Fernández Alonso. Agregó que “en esta adicción se sienten seguros. Y la seguridad en la RED es, como en la calle, inexistente y hay que vigilarla”.
El jefe de Delitos Tecnológicos del Cuerpo Nacional de Policía alertó del peligro de los videojuegos y los juegos ‘on line’, “que van asociados a una serie de chats en el que si se trata de juegos te van a enganchar y si se trata de videojuegos, con el objetivo de superar un nivel más, te van a captar y te van a hacer daños, como la obtención de imágenes sexuales, que podrían provocar una crisis en el menor”.
En relación con la prevalencia del riesgo de las redes sociales, el inspector jefe indicó que “todos los países desarrollados tenemos el mismo problema con los menores. Ahora hablamos de la pantalla, pero lo cierto es que esta es el acceso a internet y a páginas que no deberíamos visitar”.
Incidió Fernández Alonso que en estos momentos “un chico de 8 años ya tiene perfil en redes sociales. En mi opinión, con esa edad no estamos formados para meternos en una red que se extiende por todo el mundo”. “Los padres y las instituciones debemos tener claro que ahí existe un riesgo y cada vez desciende más la edad de las personas que acceden”, agregó. “Cada red tiene una edad de uso y debemos respetar esas franjas.
En las casi 40 horas de formación multidisciplinar participarán miembros del 112 Canarias, Cuerpo General de la Policía Canaria, Juzgado de Violencia contra la Infancia y la Adolescencia del partido judicial de Las Palmas de Gran Canaria, Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Las Palmas, Cuerpo Nacional de Policía y Unidad de Menores y Familia de la Policía Local de Arrecife.
Estas jornadas, impulsadas por la ong CLAVE-A, fueron posibles gracias colaboración de diferentes instituciones públicas y privadas como Gobierno de Canarias (a través de los departamentos del Servicio Canario de Salud y el Proyecto Ganar, impulsado por la Dirección General de Deportes), la fundación MAPFRE Canarias y la Universidad del Atlántico Medio (UNAM).
malar.
INTERCAMBIO DE EXPERIENCIAS POLICIALES
La jefa del servicio de Protección Civil y Emergencias del Gobierno de Canarias, Monserrat Román, mostró su apoyo al proyecto CLAVE-A en la tercera sesión de las jornadas de formación integral para la prevención y actuación ante la violencia infantojuvenil que se han celebrado durante los dos últimos días en la fundación MAPFRE Canarias.
Los cuerpos y fuerzas de seguridad, en unión de la judicatura, fueron los protagonistas de esta intensa sesión de trabajo en la que agentes del Cuerpo Nacional de Policía y del Cuerpo General de la Policía Canaria tuvieron la oportunidad de intercambiar experiencias en su trabajo con menores.
En su intervención, previa a la exposición de las diferentes ponencias programadas, Román resaltó que el 1-1-2 se ha convertido en la “primera puerta” en el momento de comunicar episodios de violencia en el que se ven involucrados los menores. Aludió también a la capacidad de sus operadores de adaptarse a los diferentes ritmos de los alertantes.